¿Trauma con la Madre? Cómo reconocerlo y reparar
- Wanda Bennasar
- 6 jun
- 5 Min. de lectura
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El trauma de apego con la madre: cuando el vínculo primario deja heridas
Desde el momento en que nacemos, el vínculo con la figura materna (biológica o cuidadora principal) cumple un rol central en la formación de nuestra identidad emocional. Cuando ese vínculo es inseguro, inconsistente o está marcado por negligencia o maltrato, puede dejar una huella profunda en el sistema nervioso: lo que hoy conocemos como trauma de apego.
¿Qué es el trauma de apego?
El trauma de apego se produce cuando las necesidades emocionales básicas —seguridad, validación, consuelo— no son satisfechas durante la infancia. John Bowlby (1969), pionero en la Teoría del Apego, describió cómo los niños forman “modelos internos de trabajo” basados en sus primeras experiencias relacionales.
Si la madre es impredecible, invasiva o emocionalmente ausente, el niño internaliza una idea básica: "mis emociones no importan" o "yo no soy digno de amor seguro".
Mary Ainsworth (1978), en sus estudios con la Situación Extraña, identificó estilos de apego: seguro, ansioso, evitativo y desorganizado. Los dos últimos se relacionan con traumas tempranos y suelen manifestarse en dificultades para confiar, regular emociones o pedir ayuda.
¿Quieres conocer más de estudios estudios sobre apego? Mira este material
Te cuento más de este artículo en el video de hoy ⬇️
Impacto del trauma con la madre en la infancia y adultez
Esta relación inicial con la madre es de suma importancia y cuando no se siente como un vínculo de seguridad y confianza aparecen síntomas en la infancia y en la adultez, nota si tienes alguno de ellos:
➡️En la infancia:
Exceso de autocontrol o explosiones emocionales (desregulación emocional).
Hipervigilancia ante el entorno.
Baja autoestima.
Problemas de sueño o alimentación.
Conductas de apego ansioso o evitativo con otras figuras.
➡️En la adultez:
Relaciones inestables, miedo al abandono o al compromiso.
Autoexigencia extrema o autosabotaje.
Dificultad para poner límites sin culpa.
Ansiedad crónica, depresión o somatización (síntomas físicos).
Idealización o rechazo hacia la figura materna.
El trauma con la madre no es sólo una historia del pasado, es un mapa que seguimos inconscientemente en nuestra forma de amar, cuidar, pedir, dar y estar en el mundo. Como explica Bessel van der Kolk (2014), el cuerpo guarda la memoria del trauma, y muchas veces, la repetimos en vínculos externos sin darnos cuenta.

¿Por qué nadie de afuera puede sanar ese trauma por ti?
Es común intentar reparar esa herida buscando figuras sustitutas: parejas, amistades, terapeutas o incluso hijos. Buscamos el amor incondicional que no recibimos.
Sin embargo, como señalan autores como Pete Walker (2013) y Daniel Siegel (2012), ⚠️ningún vínculo externo puede llenar de forma duradera lo que no ha sido reparado internamente.
Las relaciones pueden ofrecer experiencias correctivas y valiosas, sí. Pero si la herida original sigue abierta, terminamos repitiendo patrones: nos volvemos dependientes, nos sentimos traicionados o insuficientes. En lugar de sanar, seguimos reforzando el dolor.
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Tu Yo Adulto como Figura Parental: el verdadero camino de reparación
La sanación empieza cuando dejamos de esperar que alguien "de afuera" nos rescate y comenzamos a practicar reparenting o “autocuido maternal”. ⤵️
¿Qué implica convertirte en tu figura parental?
Significa ofrecerte las funciones que una madre suficientemente buena (Winnicott, 1960) proveería:
Presencia sin juicio: escuchar tus emociones sin minimizarlas ni invalidarlas.
Cuidado corporal y emocional constante: comer a tiempo, dormir bien, pedir ayuda cuando la necesitas.
Límites amorosos: aprender a decir que no, proteger tu tiempo y energía.
Compasión radical: tratarte con ternura, incluso cuando fallas o sientes vergüenza.
Reconocer al niño(a) interno: validar su historia, nombrar su dolor y crear espacios para su expresión.
Acciones concretas para reparar la herida materna
Aunque la terapia puede ser muy útil, existen prácticas cotidianas y profundamente transformadoras que puedes hacer tú misma en tu entorno, paso a paso, para iniciar este camino de reparación.
Lo esencial es desarrollar una relación interna estable, amorosa y protectora contigo misma.
Aquí te doy varias acciones prácticas, con ejemplos reales:
1. 📝 Carta que nunca enviarás
Qué hacer:Escribe una carta desde tu niña interior dirigida a tu madre (viva o no, presente o ausente). Permítete decir lo que no pudiste decir. No se trata de herir, sino de soltar lo que llevas dentro.
Ejemplo de inicio:
“Mamá, quiero decirte algo que nunca dije. Cuando eras fría conmigo, yo pensaba que no valía amor. Necesitaba que me abrazaras más, que me vieras…”
Hazlo así:
Escríbelo a mano, en un cuaderno especial.
No corrijas ni edites.
Léela en voz alta para ti sola, si puedes.
Luego, si lo sientes, quémala, entiérrala o guárdala en una caja de cierre emocional.
2. 🍵 Rutina de autocuidado maternal
Qué hacer:Crea una rutina diaria sencilla como si cuidaras a una niña pequeña. Eso incluye alimentación, abrigo, descanso y ternura.
Ejemplo concreto:
Prepara una merienda nutritiva y preséntala en una bandeja bonita.
Abrígate al sentir frío, aunque estés sola.
Lávate el cabello con mimo, no por obligación.
Ponte crema con lentitud, como si fueras una mamá cuidando a su hija.
Frase útil:
“¿Qué haría una madre amorosa por mí ahora mismo?”
3. 🪞 Ejercicio del espejo
Qué hacer:Cada mañana o noche, mírate al espejo y háblate con ternura. Toca tu rostro o corazón si lo sientes. Puede ser incómodo al principio, pero genera un vínculo.
Frases sugeridas:
“Estoy aprendiendo a cuidar de ti.”
“Lo hiciste bien hoy. Estoy orgullosa.”
“No fue tu culpa. Estoy contigo.”
4. 🧠 Reescritura de recuerdos dolorosos
Qué hacer:Piensa en una escena difícil de tu infancia (por ejemplo: tu madre gritándote). Ahora, imagina que tu yo adulta entra a esa escena y consuela a tu yo niña.
Ejemplo:
Imaginas que te escondes llorando y tú (adulta) entras, te arrodillas y dices:“No debiste pasar por esto sola. Estoy aquí. Ya no tienes que defenderte. Yo te protejo ahora.”
Este ejercicio trabaja sobre el sistema nervioso y repara memorias implícitas.
Conclusión: Maternar tu mundo interior
Sanar el trauma con la madre no significa culparla eternamente ni esperar que cambie. Significa reconocer que tu herida merece atención real, y que hoy tú puedes darte lo que no tuviste. Ese es el acto más profundo de amor propio: ser para ti la madre que necesitabas💕.
Es una práctica diaria, concreta, corporal y emocional. Es observarte con paciencia, elegirte con ternura, y estar para ti con el compromiso que nadie pudo ofrecerte antes.No se trata de olvidar a tu madre real, ni de justificarla. Se trata de liberar a tu niña interior de la espera eterna… y comenzar a vivir desde el amor presente.
Wanda Bennasar
Psicóloga Clínica y Psicoterapeuta Sistémica y de Trauma (EMDR)
Contacto: wbennasar@gmail.com / +507 6679-2006 (Panamá)
Instagram: @psic.wandabennasar
Youtube: Psicoterapia de Bolsillo
Referencias Bibliográficas
Bowlby, J. (1969). Attachment and Loss. Vol. 1: Attachment. New York: Basic Books.
Van der Kolk, B. (2015). The Body Keeps the Score: Brain, Mind, and Body in the Healing of Trauma. Penguin.
Zayas, V., Shoda, Y., & Ayduk, O. (2011). Personality in context: An interpersonal systems perspective. Journal of Personality.
Fraley, R. C., & Shaver, P. R. (2000). Adult romantic attachment: Theoretical developments, emerging controversies, and unanswered questions. Review of General Psychology, 4(2), 132–154.
Levine, A., & Heller, R. (2010). Attached: The New Science of Adult Attachment and How It Can Help You Find – and Keep – Love. TarcherPerigee.
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