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¿Qué son las Heridas de Infancia y por qué me siguen afectando?

  • Foto del escritor: Wanda Bennasar
    Wanda Bennasar
  • 11 jul
  • 3 Min. de lectura

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Las heridas de infancia no son sólo recuerdos dolorosos del pasado.

Son experiencias emocionales que moldean profundamente la forma en que pensamos, sentimos, nos relacionamos y nos cuidamos en la vida adulta. Aunque muchas veces fueron invisibles o minimizadas en su momento, sus efectos pueden durar décadas si no se comprenden ni se abordan.


                           Te cuento más de este artículo en el video de hoy ⬇️




¿Qué son las heridas de infancia?


Las heridas emocionales de la infancia son experiencias en las que no recibimos lo que necesitábamos para sentirnos seguros, vistos y valorados.

Pueden incluir abandono emocional, humillación, rechazo, negligencia, control excesivo, violencia, silencios o roles parentales invertidos. No es necesario haber vivido un “gran trauma” para tener heridas profundas: incluso hogares funcionales pueden generar carencias que dejan huella.


Estas heridas ocurren en una etapa del desarrollo donde el cerebro, el cuerpo y el sistema nervioso son altamente sensibles y vulnerables. Por eso, lo que sucede en la infancia impacta no sólo la salud emocional, sino también la física, cognitiva y relacional en la vida adulta.


¿Qué son las heridas de infancia?


Una mirada desde la psicoterapia sistémica y del trauma


Desde la psicoterapia sistémica (terapia familiar), entendemos que cada persona forma parte de un sistema familiar que influye en sus emociones, creencias y comportamientos.


Los roles que asumimos en la infancia —como cuidar a un adulto, ser el pacificador o el rebelde— muchas veces no se eligen conscientemente, sino que responden a dinámicas familiares inconscientes que buscan equilibrio dentro del sistema.



Por su parte, la psicoterapia del trauma estudia cómo eventos emocionalmente abrumadores (aunque no sean “graves” en apariencia) afectan el desarrollo del sistema nervioso, la identidad y la capacidad de autorregulación. El trauma no es solo lo que pasó, sino lo que no pudimos procesar, integrar o nombrar.


Cuando combinamos ambos enfoques, comprendemos que nuestras heridas no son solo personales: están insertas en historias familiares, patrones generacionales y vínculos que nos enseñaron, muchas veces sin palabras, quién podíamos ser y qué partes de nosotros no eran bienvenidas.


¿Cómo se forman éstas heridas?


Las heridas emocionales se forman cuando no se cumple una necesidad vital en un momento sensible del desarrollo. Algunos factores clave incluyen:


☑️ La relación primaria: si nuestros cuidadores no pudieron ofrecernos seguridad, validación o consistencia, internalizamos la idea de que algo está mal en nosotros.

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☑️ El entorno emocional: crecer en contextos con violencia, exigencia, inestabilidad o frialdad emocional impacta profundamente la forma en que nos percibimos.


☑️ Los mandatos familiares: muchos aprendemos que sentir, expresar necesidades o mostrar vulnerabilidad está mal. Así comenzamos a reprimir partes esenciales de nuestra identidad.

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☑️ La repetición generacional: nuestros padres y cuidadores también fueron niños. Muchas veces repiten sin saberlo los mismos patrones que vivieron.


¿Por qué estas heridas aún te afectan de adulto?


Las heridas de infancia se manifiestan en la vida adulta de muchas maneras:

➡️ Relaciones de pareja basadas en dependencia, miedo o autosacrificio.

➡️ Ansiedad constante, sensación de vacío, necesidad de control.

➡️ Hipersensibilidad al rechazo o a la crítica.

➡️ Sentimientos persistentes de culpa, vergüenza o no ser suficiente.

Esto ocurre porque las estrategias de supervivencia que adoptamos en la infancia (complacer, callar, controlar, disociar, ignorar nuestras necesidades) se convierten en formas automáticas de respuesta, incluso cuando ya no estamos en peligro.

Además, muchas de estas heridas no se originan solo en nuestra historia personal. Estudios sobre trauma transgeneracional y epigenética muestran que el dolor no procesado puede transmitirse a través de comportamientos, creencias, silencios o incluso marcas biológicas.




Wanda Bennasar

Psicóloga Clínica y Psicoterapeuta Sistémica y de Trauma (EMDR)

Contacto: wbennasar@gmail.com / +507 6679-2006 (Panamá)


Referencias

  • Barudy, J. & Dantagnan, M. (2005). Los buenos tratos a la infancia. Gedisa.

  • Maté, G. (2004). Cuando el cuerpo dice no. Paidós.

  • Centro EXIL. Taller de Traumaterapia Sistémica. centroexil.org

  • Molina, R. (2023). Sanar las heridas de la infancia desde la terapia sistémica. ramiromolina.com

  • El País (2024). Sanar a tu niño interior. elpais.com

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Psicóloga Wanda Bennasar

Psicóloga Idónea en Panamá

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