A veces no está clara la diferencia entre lo que yo puedo sentir y lo que el otro siente, o a veces tengo un rol de acompañar o cuidar o cargar, ¿cuál es el manejo adecuado?
Inicio por describir el concepto de dolor.
Un dolor es algo que una persona carga, ya sea un malestar físico (o una enfermedad importante o crónica), una dificultad económica desde hace poco o mucho, una relación en problemas o rota, una situación con un hijo que no puede solucionar, una relación que le causa tristeza o malestar… entre otros.
Un dolor es algo que alguien carga y que a veces parece no tener la capacidad para sostener.
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¿Cuál es el origen de nuestros dolores?
Qué me corresponde y qué no cuando alguien que quiero sufre
¿Cuáles son las consecuencias para mi?
¿Cuál es el origen de nuestros dolores?
Un dolor, como te conté, es una carga.
Pero surge una duda frente a este concepto, ¿por qué para algunos una situación X es una carga y para otros no?
Pues resulta ser que depende de nuestra historia, la forma en que vemos y percibimos el mundo.
Por ejemplo si en nuestra casa estuvimos rodeados de adultos que veían las dificultades o los “problemas” como oportunidades y se ajustaban o lograban manejar sus emociones de una forma más calmada y con aceptación del supuesto problema, no era visto como tal sino como una situación de vida que se enfrentaba y se seguía.
Por otro lado, si en casa frente a esa misma situación había mucha desregulación emocional (llanto, gritos, peleas, mal humor, preocupación, etc.) y generaba un desequilibrio en la estabilidad del sistema familiar esa situación era percibida como algo terrible que incluso ponía en peligro el bienestar de todos los miembros.
Si notas, no he descrito el supuesto problema porque esa situación puede ser desde lo más básico, el carro se quedó sin gasolina en medio camino hasta un cáncer. Pero efectivamente hay familias que por quedarse sin gasolina reaccionan como si fuese un cáncer y en otras familias el cáncer se ve como una oportunidad.
Con lo cual, el origen de lo que nos duele (de nuestra carga) no tiene que ver con el evento en sí mismo sino con cómo hemos aprendido a percibir los eventos.
Y cuando pensamos en el otro, tomando en cuenta esto, significa que el otro reacciona diferente a mí (o por lo menos se esperaría si no hay fusión) y responde al aprendizaje de su entorno.
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¿Qué me corresponde y qué no cuando alguien que quiero sufre?
Ahora, frente a eso, hablemos de roles.
Un rol es un papel que te corresponde llevar a cabo en una relación con el otro y depende de los diferentes tipos de relaciones.
Cuando hablamos del dolor o la carga del otro a veces surge mucha confusión sobre qué hacer, cuánto hacer, cómo sentirse, cómo acompañar, etc.
Te doy las siguientes ideas de guía:
Yo no puedo sentir lo que siente el otro (me puedo imaginar pero no es igual).
Yo no tengo la historia del otro, es decir, que no vivo el evento como él/ella.
No le puedo decir al otro que hacer porque somos diferentes.
No puedo asumir su dolor porque le toca al otro resolverlo.
Por lo tanto, lo sano es tener un rol de acompañamiento que significa escuchar cuando estés disponible emocionalmente (sin intención de solucionar nada), empatizar con su dolor, dar soporte en lo que necesite (cocinarle, ayudar con los niños, etc.), mantenerme cerca (visitar, llamar, etc.).
Lo opuesto o no sano, es cargar al otro. Es decir, adjudicarme el dolor del otro como mío y mimetizarse para sentir el dolor ajeno y asumir la responsabilidad de solucionarlo.
Como cuando mi pareja pierde el empleo y yo me pongo a comprarle ropa para las entrevistas, mandar su hoja de vida, contestar sus correos y coordinar las citas, decirle lo que tiene que decir en las entrevistas, llamar a mis contactos para conseguirle trabajo y además dejar de lado mis responsabilidades para ocupar mi día con esto.
A nivel emocional cargo al otro cuando por ejemplo mi amiga se está separando y yo pienso todo el día en su dolor, en sus hijos, la llamo para que “no se sienta sola”, me quedo con ella en su casa, la escucho horas y horas, me enojo con su ex y le digo cosas, etc. Como asumiendo que la separación es mía y no de ella.
¿Cuáles son las consecuencias para mi?
El tener un rol de acompañamiento es saber poner un límite entre lo mío y lo del otro.
Esto incluye a tus hijos y a tu pareja! Porque por más que los ames, lo que les pasa a ellos no te pasa a ti, son personas separadas.
Si sabes colocar bien el límite podrás mantener tu self (yo) ubicado en ti, sin fusionarte con el otro ni enredarte emocionalmente, por el contrario, si cargas o asumes emociones o responsabilidades del otro afectará los siguientes aspectos:
Tu estabilidad como persona se verá afectada a nivel emocional, relacional, de tiempo, de dinero, etc.
Tu relación con quien intentas cargar se modificará porque los roles cambiarán.
Tu relación con el entorno cambiará al cambiar tu rol.
Y estas tres consecuencias que parecen muy cortas y sencillas afectarán tu bienestar de una forma importante y dependiendo de la situación, por largo tiempo.
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Wanda Bennasar
Psicóloga Clínica y Psicoterapeuta Sistémica y de Trauma (EMDR)
Contacto: wbennasar@gmail.com / +507 6679-2006 (Panamá)
Web: www.wandabennasar.com / IG: @psic.wandabennasar
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